Semblanza del dictador (II)
16 Abril 2011. Registrado en: sudafricaRECUERDOS SOBRE TORRIJOS
RAFAEL PEREZ JARAMILLO
rafaperezjaramillo@gmail.com
Sanjur describe la existencia de un grupo de oficiales y civiles satélites alrededor de Omar Torrijos. El público había bautizado a este grupo con el nombre de ‘El Combo’ .
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Hace 8 h 40 min El Omar Torrijos que conoció Sanjur, guarda distancia de aquel cuyas ejecutorias han proclamado sus seguidores durante décadas. El libro de Amado Sanjur, emerge como un testimonio de signo contrario.
A fines del año 1961, Sanjur fungía como capitán comandante del Cuartel Panamá Viejo y ya, para 1965, había ascendido al rango de Mayor. Allí vivió sin duda, una pluralidad de experiencias, muchas de ellas olvidadas, varias otras, recordadas. Entre éstas últimas, rememora una anécdota que comienza un día cualquiera de octubre de 1966, cuando inspeccionaba el muro de la parte posterior del cuartel. Alguien le interrumpió para avisar de una llamada telefónica. Sanjur la atendió sin sospechar que era el primer paso para conocer un secreto del líder del llamado ‘Combo’. ¿Qué iba a saber ese día?
Durante esa época –según Sanjur– había un grupo de oficiales y civiles satélites alrededor de Omar Torrijos, por entonces Secretario Ejecutivo de la Guardia. El público había bautizado a este grupo con el nombre de ‘El Combo’ y acostumbraban referirse a ‘Torrijo y su Combo’, (Torrijo sin la ‘s’) como la forma popular de remedar al famoso conjunto musical de Puerto Rico, ‘Cortijo y su Combo’. Este ‘Combo’ acostumbraba reunirse con alguien de apellido Jaramillo para fundirse en el placer de las grandes fiestas. ¿Quién era este Jaramillo? Sanjur lo vendría a saber luego de tomar la llamada telefónica que lo esperaba en el Cuartel. Al otro lado del teléfono estaba Eliécer Alvarado, por entonces Sub-Administrador General de Aduanas de Panamá. Se citaron para hablar personalmente. Alvarado le presentó a su jefe, Ramón Real quien, rápido y sin tapujos, procedió a extraer una bolsa plástica de una de las gavetas de su escritorio. La puso sobre la mesa y preguntó enseguida a Sanjur si reconocía la sustancia. Es cocaína, intuyó Sanjur. Efectivamente, eso era. Ellos deseaban la cooperación de Sanjur para emprender una investigación acerca de su procedencia. Sanjur dijo sí.
Aduanas ya contaba con un informante que había aportado señas del sospechoso. Se montó una extenuante vigilancia, hasta dar con el sospechoso: ‘Nos llamó la atención que el chofer del Tnte.Cnel. Omar Torrijos lo esperaba y lo ayudó a pasar Aduanas sin ser revisado, por órdenes del coronel. Lo seguimos hasta el Hotel El Continental y el chofer regresó más tarde con el Cnel. Torrijos. Los dos parecen tener mucha familiaridad’, es lo que narra Sanjur. Dijo que se logró establecer que el sospechoso se había registrado con el apellido Jaramillo. En el curso de las investigaciones decidieron dar ‘un vistazo’ a la habitación de Jaramillo, sin hallazgo alguno. El modus operandi, ya observado, era como historia en espiral se reiteraba siempre de la misma forma. En una segunda oportunidad, cuando entraron en la habitación del sospechoso, se descubrió el asunto: ‘¡Bingo, Señor! Hay seis aparatos y varios pasaportes. ¿Qué hago ahora?’, fue lo que exclamó un investigador a Sanjur quien explica que ‘aparato’ es el ‘nombre popular con que algunos identifican 1 Kg. de cocaína’. Tras enconados esfuerzos, Sanjur engarzó un nuevo contacto con el jefe de aduanas quien, para su sorpresa, giró en una postura de extraña cautela. Sanjur los emplazó: ‘Deben aceptar la responsabilidad del caso y dar la orden de arresto’. Entonces el jefe de Aduanas trajo alivio a la conversación cuando prometió hablar con el Presidente de la República. Para no abundar en detalles y responder sin escalas a la pregunta ¿en qué quedó eso? Sanjur cuenta que con el surgimiento de varios disturbios callejeros, se vio obligado a retirar el personal asignado a la investigación, y Eliécer salió de Aduanas para ocupar otro cargo, por tanto, ‘la investigación se diluyó y nunca se practicó ningún arresto’.
Los años finales de la vida de Torrijos, también fueron conocidos por Sanjur, al menos por referencia, según dice. Sabe que una faceta de soledad y tristeza, escoltó también los años de poder del General. Sanjur conversó con el Capitán Virgilio Guerrero quien, en una ocasión, encontró al General Torrijos hundido en su hamaca de su casa de playa en Farallón. Cuando Guerrero elogió lo bien que se veía Torrijos respondió: ‘No crea Guerrero que me encuentro bien, aquí en donde Ud. me ve soy el hombre más infeliz del mundo’. Guerrero objetó que como podía ser eso posible si el General ‘lo tiene todo y no le falta nada’. Pero Torrijos insistió: ‘Precisamente por eso, Guerrero, ahora me sobra’.
Finalmente, el autor del libro, también explora el tema de su muerte. En contraste con la versión de varios, Sanjur no atribuye el hecho a un atentado de la CIA. El cree más bien que su muerte se relaciona con el Estado Mayor. Admite haber emprendido algunas investigaciones con relación al ‘accidente’. En ellas encontró, por declaración de testigos de primera mano, que los hombres del G-2 comenzaron a trabajar ocultando cualquier pista o indicio criminal inmediatamente después del supuesto accidente. Además, testigos oculares informaron que el olor a explosivo en el sitio de la nave ‘accidentada’, violentaba los olfatos haciéndose insoportable. De allí sus sospechas: ‘Es por eso que una investigación más profunda es necesaria, ya que el Estado Mayor aceptó la versión de accidente sin mayores discusiones e investigaciones’.